sábado, 14 de junio de 2014

Un calendario con un siete señalado.

Mi vida empezó a ser el mejor caos cuando decidiste entrar en ella. Mi equilibrio quedo en la cuerda floja pero nada que no pudiera soportar. De un corazón de acero lo convirtió en medio hielo. Era de esas chicas que debían mantener el orden en su mente para no perder la cordura. Lo mantenía todo al milímetro, cuidaba de eso como si la vida se le fuera entre las manos, como gotas de agua, esas que resbalan y terminan mezclándose con el asfalto.

Odiaba compartir aspectos de su vida y mucho más sentimientos. Se juró que jamás volvería a ser muñeca de trapo de nadie, prefería golpearse cada noche al encontrarse delante del espejo. Maldito el primer día que intercambiamos palabras, malditas palabras que se volvieron una condena.

Quise evitarte mil noches pero eras como ese jodido imán, la frase de ‘ni contigo ni sin ti’ nos quedaba como anillo en el dedo. Juraste tantas cosas, cielo, que ahora me siento perdida. Un verano muy frió decidí que las únicas promesas que creería serían las de mi abuela, la fallé, me fallé. Empecé a creer más en ti que en mí y vaya desastre.

Ninguna distancia era más jodida que el miedo que te abrazaba cada noche. Decías que me querías con los ojos iluminados pero la boca temblosa y eso hacía que perdiera el norte, la fe. Intentabas por todos los medios que yo creyera que de ti todos se alejaban, que les hacías daño, les decepcionabas. No te creí. Nunca quise creer que serías capaz de alejarme de tu vida (la vida que yo quería contigo). Ahora te llamo cobarde, cobarde y estúpida la idea de quedarte con lo que día a día te tormenta, prefieres mil mentiras a intentar la mejor realidad que te podías haber ganado.

Te miento si te digo que odio y me golpea la idea de decirte adiós, quédate con un hasta luego.

Hasta luego por qué estaré viéndote a lo lejos.
Hasta luego por qué serás lo más bonito que un día descubrieron mis ojos.
Hasta luego por qué cuando te sientas sola haré lo posible para que encuentres mi voz.
Hasta luego por qué no quiero ser la causa de tus miedos, de tu cobardía.


Adiós (para ti), preferiste ser la mitad de dos personas. Que mis caricias fueran a otras pieles ajena a la tuya. Por demostrar que soy de ese montón que prefieres separar. 

Quizás sea lo más inteligente. Las chicas dementes no están diseñadas para nadie, ni para ti.


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