Mi vida empezó a ser el mejor caos cuando decidiste entrar
en ella. Mi equilibrio quedo en la cuerda floja pero nada que no pudiera
soportar. De un corazón de acero lo convirtió en medio hielo. Era de esas
chicas que debían mantener el orden en su mente para no perder la cordura. Lo
mantenía todo al milímetro, cuidaba de eso como si la vida se le fuera entre
las manos, como gotas de agua, esas que resbalan y terminan mezclándose con el
asfalto.
Odiaba compartir aspectos de su vida y mucho más
sentimientos. Se juró que jamás volvería a ser muñeca de trapo de nadie,
prefería golpearse cada noche al encontrarse delante del espejo. Maldito el
primer día que intercambiamos palabras, malditas palabras que se volvieron una
condena.
Quise evitarte mil noches pero eras como ese jodido imán, la
frase de ‘ni contigo ni sin ti’ nos quedaba como anillo en el dedo. Juraste
tantas cosas, cielo, que ahora me siento perdida. Un verano muy frió decidí que
las únicas promesas que creería serían las de mi abuela, la fallé, me fallé.
Empecé a creer más en ti que en mí y vaya desastre.
Ninguna distancia era más jodida que el miedo que te
abrazaba cada noche. Decías que me querías con los ojos iluminados pero la
boca temblosa y eso hacía que perdiera el norte, la fe. Intentabas por todos
los medios que yo creyera que de ti todos se alejaban, que les hacías daño, les
decepcionabas. No te creí. Nunca quise creer que serías capaz de alejarme de tu
vida (la vida que yo quería contigo). Ahora te llamo cobarde, cobarde y
estúpida la idea de quedarte con lo que día a día te tormenta, prefieres mil
mentiras a intentar la mejor realidad que te podías haber ganado.
Te miento si te digo que odio y me golpea la idea de decirte
adiós, quédate con un hasta luego.
Hasta luego por qué estaré viéndote a lo lejos.
Hasta luego por qué serás lo más bonito que un día
descubrieron mis ojos.
Hasta luego por qué cuando te sientas sola haré lo posible para
que encuentres mi voz.
Hasta luego por qué no quiero
ser la causa de tus miedos, de tu cobardía.
Adiós (para ti), preferiste ser la mitad de dos personas. Que
mis caricias fueran a otras pieles ajena a la tuya. Por demostrar que soy de
ese montón que prefieres separar.
Quizás sea lo más inteligente. Las chicas
dementes no están diseñadas para nadie, ni para ti.
Te echo de menos;
ResponderEliminar