jueves, 4 de junio de 2015

¿Recuerdas? Vamos a hacerlo mal.

Y me abrazo yo sola, porque la soledad no me hace compañía. Dónde quedó esos momentos dónde salías como una pequeña guerrera detrás de mí, por si me daba por caer.

Sigo siendo la misma demente con pies de plomo, por si un día se rompen las promesas, por si me da por tener que seguir sin ese pequeño impulso. Te odio, te odio por mal acostumbrarme y por ahora encontrarme en un precipicio constante, a veces me da por querer saltar, luego te recuerdo y me quedo allí, mirándolo, esperando si vienes, pero no vienes. Tengo que dar pasos agotadores hacía atrás, cargar conmigo y mis emociones y buscarte, porque ya no te encuentro.

Recuerdo como llegaban a mi vista esas palabras, eran como el oxígeno que respiro diariamente o como esa falta de hambre cuando te tiras un día entero con complejos.  Venías y me decías que conmigo eras diferente al resto, y ahora, ahora  aguanto cómo fuiste con todas. Cada día repaso entre líneas por si te da a volver a ser una loca sin miedo, pero ahora tragaste un poco de todo el orgullo que tenía guardado para alguien. Ese que dejo cada siete minutos por ti y lo pisas.

Y dime, ¿ya no merezco que tragues tus malos momentos y vengas a por mí? O mejor, dime por qué coño lo hiciste en su día. Porque ahora lloro la ausencia de esos momentos dónde te daba igual lo que pensará los demás, que daba igual lo que pensarás tu misma. Estaba por encima del bien y el mal, de tus principios. Y me hacía temblar la idea. Ahora tiemblo por no tenerlo, por ser una loba sin dueña.
¿Recuerdas? Vamos a hacerlo mal. Yo lo estoy haciendo. Cada día pasó por encima de mi orgullo y vuelvo a hablarte. Olvido las humillaciones y ahí estoy para ti. Juré que si no lo hacía ni por mi madre, ninguna mujer lo conseguiría. Hasta que llegaste y me desordenaste. Y ahora, me da igual. Me da igual ser mejor, para ti, llegar a estar hecha a tu medida.

Pero tú no.
Ya no.  

Y prometo que no me arrepiento, que haría de tripas corazón cada noche. Pero recuérdalo, recuérdalo que me partí en dos por los trenes, por colarme entre tus caderas, y que sólo soy una piedra que puede cambiar de camino por una patada que se le dé. Ese día te liberarías, pero el resto, juro que llorarías sangre. Porque no existe nadie más cómo yo.

Yo, que di todo lo que tenía y sin tenerlo.


viernes, 24 de abril de 2015

He dejado de darle la vuelta al cigarro de la suerte.

Y quiero morirme con esta soledad. Quiero que la lluvia se lleve los rastros de amor tóxico que dejaste encima de mi almohada. Dando tumbos de un lado a otro, me conozco cada una de las baldosas de esta maldita casa, todas iguales, no puedo perderme en ningún pequeño detalle, escucho el tic-tac del reloj, pasa el tiempo, pero no lo olvido. Por qué cojones mienten. Que el tiempo es el olvido, claro. Qué más puedo leer para reconstruir este corazón, que llora, sigue llorando con el silencioso aullido. Harta de los libros, de creerme cada una de esas frases positivas, de creer en mí. Como si fuera capaz de hacer algo por mí misma, já.

He dejado de tomar tilas para dormir.
He dejado de quemarme con el café recién preparado.
He dejado de darle la vuelta al cigarro de la suerte.


Mírame. Ya no hace falta que hable, mis ojeras pueden decirte mucho más que mis cuerdas vocales. Dejé de escuchar piezas de pianos, y por si te lo preguntas, claro que me sigue gustando. Me sigue gustando tanto cómo escuchar caer gotas de una fuerte tormenta en mi ventana. Pero ahora llueve más en mis ojos. Se ha convertido en mi melodía preferida. La que separa todos los trozos de cristal en los que me convertí. Me separa de mí o quizás de ti. 


martes, 7 de abril de 2015

No (nos) asusta.

Y la abrazó tan fuerte que todas sus heridas se juntaron de golpe. Cómo si de un puzzle se tratará. Corte tras corte cicatrizo. Ya no había sangre de por medio, sólo pequeños recuerdos que le hacían distinta por todo su cuerpo. Y los empezaba a querer, porque ya no dolían, simplemente le hacían de complemento. Se sentía viva. Volvía a darse cuenta de cuando respiraba, y dios, no había cosa más jodida que pensar ‘debes respirar, debes respirar’.

Quién le hubiera dicho meses atrás que volvería a dar paso a ese corazón de hierro. Que ella misma se quitaría esa barrera para tender su mano y clavar a otra persona. Estaba loca, y lo mejor es que su sonrisa demente la hacía estar cuerda.

Por las noches alguien le susurraba que estaba orgullosa de ese desastre. Y sólo necesitaba eso, que compartieran ese desorden. No quería cambiar, solo repartir todo el caos que llamaba amor, ese que nunca decidió repartir, ni mostrar.


Vamos a gritarle a la luna que ya puede salir todos los días. Que no nos acojonamos. Que ya nos agarramos fuerte de la mano. Y que si quiere esconderse, que lo haga, que no nos asusta andar por la cuerda floja, que eso lo amamos. 


domingo, 22 de febrero de 2015

Espejismos.

Los cortes eran menos dolorosos que ponerse horas en frente del espejo. Horas delante de un cristal que solo mostraba imperfecciones, obsesiones.
Cada noche entraba a oscuras en el baño, corriendo para encender el agua caliente y así el cristal se empañaría. No quería toparse con nada más que una silueta casi invisible. Quitando cada prenda cómo si fuera el peor de los trabajos. Después se subía en la báscula, y cada quilo perdido era una victoria y una tortura, por querer más. Nunca sería suficiente.
¿Por qué te ríes de los demás? ¿Para sentirte mejor? No. Sólo quiero olvidarme de que cualquiera de esos cuerpos es mejor que el mío.



Golpes, esperaba golpes y color violeta por todos lados. Juro que eso era más placentero que toparse con su yo más real.
Las manos eran diseñadas para tocar otros cuerpos, cuerpos deseados. Pero que jodido cuando otro contacto la repasaba.

-Cállate. –Le decía a su subconsciente.
Deséame, por ti y por mí. Por los dos.
Que yo me olvide de hacerlo. 

miércoles, 7 de enero de 2015

En diferentes estaciones de tren.

No oscurece en su interior, la sonrisa, a veces, se le escapa sin querer. No estaba acostumbrada a sentir mariposas, pensaba que todas se habían escapado o escondido. Así que cada vez que sus labios hacían el intento de torcerse, se la tapaba, con su pelo negro.
Le daba miedo decir que empezaba a ser feliz. ¿Felicidad? Tampoco estaba segura de que era aquello, pero de lo que estaba segura, es que no era muy diferente a aquello que sentía cada noche cuando abrazaba su peluche y se imaginaba mil caricias, en diferentes estaciones de tren.

Un día anhelo abrazos que nunca supo cómo serían, ahora ansiaba con fuerzas que su piel volviera a tener contacto. Meses atrás sonreía detrás una pantalla tras un te quiero, pero sus oídos no podían aguantar no escuchar una voz rota, diciéndole lo mismo.

Seguía con ojeras, pero más bonitas. Las de tiempo atrás eran muy grises, preguntándole a saber qué, por qué ella siempre estaba en segundo plano, por qué le hacía daño algo que quería de esa manera tan extraña. Hoy, mientras se miraba al espejo, vio unas leves ojeras violetas, pero… esas no importaban, eran horas de sueño quitado a causa de soñar despierta con un reencuentro.

No le importaba tener una de cal y otra de arena.

Ahora era suya. 


viernes, 5 de diciembre de 2014

miedos

Por primera vez he sentido miedo, miedo al estar sentada en mi habitación, al perder la noción del tiempo, ver que los días pasan a una velocidad que no puedo controlar. , miedo a morir. Una de las cosas que me caracterizan es que nunca me obsesionó la muerte, es más, siempre lo vi una opción buena para terminar con muchas cosas, lo admito. La cuestión es que estoy viva, y ese sigue sin ser mi problema, el problema soy yo, que soy dueña de mis decisiones, de mi vida, de cómo la estoy viviendo, y bueno, no confió nada en que lo pueda hacer bien, me da miedo ser yo la que tenga que tirar adelante con todos los años que me queden, que espero, que sean bastantes.

Si pienso que soy un desastre, si dejo las cosas siempre a medias, ¿cómo espero que mi vida sea la que deseo? Es más, ¿cuánta gente se siente orgullosa de la vida que elige? Y ¿realmente podemos elegirla? Estamos marcados con pautas, desde siempre nos enseñan que lo ‘correcto’ o que alcanzas la ‘vida plena’ cuando tienes unos buenos estudios, un trabajo el cual te permite independizarte, encuentras el amor de tu vida y formas una familia. ¿Realmente eso es vida? Es decir, ¿porque casi todos estamos convencidos que necesitamos es
o?

Y confieso que vivo intensamente cada cosa que hago, porque realmente, lo necesito ya, ¿realmente necesito eso? ¿Por qué la vida es tan corta? Porque decirme, ¿qué son ochenta años para conseguir todo eso sin que sientas que el tiempo te atrapa? Aunque visto de otra forma, si tuviéramos, por ejemplo, mil años, quizás malgastaríamos más el tiempo pensando que tenemos casi una eternidad, porque joder, mil años para mí es algo parecido a una eternidad.

Y siento miedo, miedo a que lo que creo necesitar sea lo incorrecto, me asusta pensar que pueda ser yo la que tenga el poder de ir en una dirección u otra, porque bueno, si existiera el destino, haga lo que haga ¿Lo tengo escrito? ¿No? Algo así. Pero si el destino no existe, si la vida te deja ahí, tirado a manos de ‘Dios’, pues menuda putada.

No hay mucho más que añadir, no hay final, ni principio, pero estoy diciendo todo esto asustada, sin mucho sentido.


Estoy pidiendo salvación, otra jodida vez. 

martes, 2 de diciembre de 2014

Aquí me quedo.

Paseándome como una loca por el andén, queriendo cometer la locura de coger el primer tren y llegar a la última parada. Que cada vez que alguien baje del vagón sea una cicatriz que deje atrás. Y no quiero que mis ojos vuelvan a verte, quiero que esa mierda alcance la velocidad límite y vea un millón de imágenes diferentes y que parezca la misma.

Olvidando por segundo.

Que cuando ya no haya marcha atrás, baje y mi cabeza no haga el esfuerzo de girarse y arrepentirse. Respirar un aire que no haya respirado nunca con nadie. Y que cada pequeño paso que dé, sea uno gigante para empezar de nuevo, de cero.

Pero me quedo en el andén, viendo la gente subir y sin nadie que vuelva...
                                                                                                                        ¿estoy esperando?