lunes, 22 de septiembre de 2014

Ella.

Ella estaba loca,
loca de remate.
Arrastraba sus converse.
Sucias, muy sucias,
siempre pisando las mismas calles.

Iba dando caladas largas,
así, quizás, olvidaba cada noche de verano frío.
Pero cada vez que el humo salía de su garganta rasgada,
lo recordaba más.

Ya no quería abrirle la puerta a nadie.
Cada vez más decepcionada.
Cada vez más frágil.
Ella, que pensó que la vida sí era bella.
Y… joder, la mintieron.

Dejó de creer.
Las palabras, sólo eran palabras;
Y el viento, era mucho más fuerte.

Ella, se arrancó las alas.
Cerró la ventana.
Toco la última tecla del piano.
Dio el último suspiro.
Dejo los hielos de lado.
Arrancó todas las páginas nuevas de su libro.
Lloró, grito, enloqueció…
Y nunca, nadie fue a salvarla.
 



jueves, 18 de septiembre de 2014

Te lloré 365 noches.

Y ahora…
¿Qué hago con mis demonios?
Ya no estás para asustarlos.
Ahora consigues asustarme a mí.

Yo, que creía que debajo la cama no habría nada,
y… efectivamente.
lo peor estaba envuelto entre las sabanas.
Conmigo.

Adoraba eso de desordenarla,
hacer que se convirtiera en el lugar más divertido,
masoca, perverso, atrevido…
Hasta que dejaste de fumarte el cigarro de después.
Hasta que nuestras pieles dejaron de reconocerse.
Hasta que ya no me besabas mientras follabamos cómo desconocidos.

Juro que repetía cada noche como la primera,
por si la magia que un día nos abrazó, volvía.
Pero…no, no, no.
Cada vez era más sucio, más lejano, más…
Frío.
Raro, porque la excusa no fue que fuera un diciembre.
En pleno verano y… todo tan otoño.

Ahora poco a poco desapareces,
fluyes;
Ya no hay rastro de lo que fuiste, fuimos.
Ya no podré ir y recuperarlo.
Todo es un (bonito) recuerdo;
AMARGO.

Nunca hablaré de ti en presente,
ni en futuro.

Decidiste morirte,
morir dentro de mi corazón.
Te fuiste con la lluvia,
y sólo (quizás) te recuerde cuando aparezca un arco iris.
Pero ya, nunca, volverás con el sol.

Te lloré 365 noches, me arranqué la piel en cada luna llena.
Pero, lo siento…

Ya no queda voz, ni aromas, ni rostros en ti.





martes, 16 de septiembre de 2014

Sálvame.

Me encanta sonar triste, 
realmente no finjo.

SÁLVAME,
save me, please... 
Y nadie, nunca, llegaría a entender como cobran sentido.



Cada noche la misma rutina. Creyéndome que, por arte de magia, el día anterior sería borrado.
Pongo el despertador a la misma hora, sabiendo que me despertaré antes, por la ansiedad.
Notaré el mismo ahogo, la misma soga.
Cada cicatriz.
Mía.
Mías.
Que posesividad.

Mi misma rutina, abriéndome cada una de esas heridas que me permito yo misma.
'Egoísta.
Ni siquiera dejas que te vengan de nuevas, las alejas, y así, caes en la autodestrucción.' 

Triste, pero victoriosa. Sabiendo que yo, soy la única culpable de todas esas marcas, de la voz rasgada, de las lágrimas que no suelto y me clavo.


Ahora busca el sentido, porque no, no lo tiene. 
Mi cabeza está fuera del alcance de todos esos lunáticos. 





Oye...no me hagas caso.
Te estaré esperando, esperando mi salvación.
Sácame de aquí.
Tengo miedo.
Si lo entiendes,
ven a por mí.
Aún puedo recuperar la cordura.