viernes, 11 de julio de 2014

En la huida...

La soga, ni se te ocurra quitarme la soga.
Morir, sólo quiero que mi último recuerdo sea el vapor del baño, mezclarme con el incienso.

¿Y quién me obliga a seguir en pie?
No seáis masocas, esta vida es mía y no la quiero.

Que no me lloren mis vivos,
Mi sonrisa al (no) despedirme será eterna.
Y ahora como último favor,
No me recordéis.
Eso solo sería hacerme vivir en mentes de gente que no quiero,
Vivir y lo feo que suena.


¡Aleluya!
Adiós al odiarme cada mañana al despertar, 
al tinte barato,
todas esas pulseras tapándome cicatriz tras cicatriz, tras cicatriz...

Pensé que no conocería la felicidad,
que ni si quiera la rozaría, 
y...
mírame.
Sería capaz de abrazar la muerte cada noche para sentirme así,
pero no...
La felicidad son sólo pequeñas dosis,
pequeñas e inexistentes.
Así que me voy antes de que este sentimiento desaparezca.
Quien me quiera que muera conmigo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario