Quiero ordenar esté desastre, mi
desastre. El caos que decidiste dejar cuando marchaste, cuando nos separó la
puerta, la parada de bus, la distancia. Arrancar trocito a trocito de mi piel,
eliminando lunares, cicatrices y ser como una serpiente. Cambiar de piel y así
no encontrar rastro de tus huellas. Y es gracioso, porque cada vez que mi mente
se pasea la ligera idea de hacerlo, mis brazos se protegen de cualquier acto
para olvidarte, olvidarme, olvidarnos. Y me encadeno de nuevo, me siento en el
rincón más oscuro de la habitación y doy gracias que desde mi ventana no pueda
observar el cielo.
Espero poder perdonarme algún
día, perdóname.
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