lunes, 13 de octubre de 2014

Mi princesa de las hadas.

Empezaré por el final, y el final sería dejar un te quiero, un te quiero en cursiva y con todo lo que conlleva la palabra.

Es difícil escribir sobre ti, sobre lo que eres, sobre todo lo que me haces sentir. Es difícil porque la vida no ha inventado palabras adecuadas para una persona como tú. Te miro y me siento orgullosa de tenerte, de que seas mía, de que la vida no me quite el trozo de felicidad que siento cuando estoy cerca de ti.

Cualquiera diría que esto va para ti, Cris, para la persona más bonita que mis ojos se han cruzado. Te miro y veo la belleza en ti, y dime… dime porque últimamente hay dolor en esos ojos, en esa sonrisa, dímelo, explícame porque no puedo arrancarme todos mis sentidos y que te veas como yo te veo y sintieras la necesidad de comerte todo lo que se te venga encima, porque nunca he dudado que eres fuerte.

Quiero que sepas que las promesas si existen, solo hay que cuidarlas, saberlas llevar más allá del orgullo, del amor propio, de las piedras que se crucen en el camino, y apartarlas de los mitos, de las películas falsas, y vivirlas como la realidad de las agujas del reloj. Y yo, te prometo, te prometo que conmigo nunca te faltara un hogar, un lugar donde llorar y reír, unos oídos que van a escuchar mil veces lo que tengas encima de ti y unos ojos que lean lo que ya haya escuchado.

No eres mi amiga, eres mi hermana, la hermana más importante que tengo, más allá de la familia y más allá de todo lo que pueda relacionarse como algo importante.

No vamos a caer, nunca… nunca debemos permitirnos el irnos abajo, el pozo no es nuestra escapatoria. Me da igual llenarnos de moratones por las caídas, me da igual las veces que nuestra cabeza nos traicione, y me da igual tenerle que explicar al corazón que no hay nadie más leal que tú. Y contigo, tengo todo y más. Contigo me quedo. A tú lado. Con tu sonrisa.



Recuerdo el día que me dijiste que en este blog faltaba algo tuyo, aquí lo tienes.




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