jueves, 18 de septiembre de 2014

Te lloré 365 noches.

Y ahora…
¿Qué hago con mis demonios?
Ya no estás para asustarlos.
Ahora consigues asustarme a mí.

Yo, que creía que debajo la cama no habría nada,
y… efectivamente.
lo peor estaba envuelto entre las sabanas.
Conmigo.

Adoraba eso de desordenarla,
hacer que se convirtiera en el lugar más divertido,
masoca, perverso, atrevido…
Hasta que dejaste de fumarte el cigarro de después.
Hasta que nuestras pieles dejaron de reconocerse.
Hasta que ya no me besabas mientras follabamos cómo desconocidos.

Juro que repetía cada noche como la primera,
por si la magia que un día nos abrazó, volvía.
Pero…no, no, no.
Cada vez era más sucio, más lejano, más…
Frío.
Raro, porque la excusa no fue que fuera un diciembre.
En pleno verano y… todo tan otoño.

Ahora poco a poco desapareces,
fluyes;
Ya no hay rastro de lo que fuiste, fuimos.
Ya no podré ir y recuperarlo.
Todo es un (bonito) recuerdo;
AMARGO.

Nunca hablaré de ti en presente,
ni en futuro.

Decidiste morirte,
morir dentro de mi corazón.
Te fuiste con la lluvia,
y sólo (quizás) te recuerde cuando aparezca un arco iris.
Pero ya, nunca, volverás con el sol.

Te lloré 365 noches, me arranqué la piel en cada luna llena.
Pero, lo siento…

Ya no queda voz, ni aromas, ni rostros en ti.





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